Existen numerosos textos que mencionan las grandes virtudes y beneficios de la peregrinación, éstos son algunos de ellos:
Estas virtudes y excelencias son para quien peregrina con la intención sincera y el corazón limpio, y siguiendo el ejemplo del Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones sean con él).
La peregrinación tiene objetivos esenciales para el beneficio de la persona y de la sociedad. Después de mencionar el sacrificio que tiene que ofrecer el peregrino para Su Creador, Allah, glorificado sea, dice en el Generoso Corán: “Allah no necesita de su carne ni su sangre, sino que desea que ustedes Lo adoren [mediante este rito, para así recompensarlos]. Con este fin les sometió [a los animales]” (Corán 22:37). Dijo el profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “Las vueltas alrededor de La Casa Sagrada, y las caminatas entre Safa y Marwa fueron ordenadas para establecer el recuerdo de Allah” (Abu Dawud 1888).
Estos son algunos de los fundamentos y objetivos de la peregrinación:
Abandonando todo accesorio de lujo y de vestimenta, el peregrino viste dos piezas de tela sin coser demostrando así su sumisión al Creador, se aleja del ruido de la vida mundanal que lo ocupa y lo aleja de Su Señor, y por ello consigue el perdón de Allah y Su misericordia; después permanece en el valle de Arafat para rogar y suplicarle, alabando y agradeciendo a Allah por Su bondad infinita y Su generosidad, y pidiendo perdón por sus pecados y faltas.
La peregrinación es un agradecimiento a Allah en dos sentidos: por una parte se agradece a Allah la bendición de la riqueza material (dinero, bienes, etc.), y por otra se agradece por la bendición de tener salud. Éstas son dos de las bendiciones más grandes concedidas por Allah en este mundo. Peregrinando se agradecen ambas, puesto que el peregrino se esfuerza física y económicamente al realizar este acto de adoración. No hay duda de que agradecer una bendición es de sentido común y una obligación moral y religiosa.
Millones de musulmanes de diferentes países y orígenes se reúnen cada año en la peregrinación a La Meca. En ese santo lugar no existen las diferencias entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, negros y blancos, ni siquiera diferencias por el idioma. Durante la peregrinación, los musulmanes celebran la mayor reunión de personas en donde se aconsejan seguir el camino de la bondad, la piedad, la paciencia y la defensa del derecho y de la justicia. En la peregrinación confluyen este mundo y el cielo.
Al musulmán, la peregrinación le recuerda el Día de la Resurrección ya que se despoja de sus ropas ordinarias y sólo viste dos trozos de tela que parecen mortajas, entra en la consagración ritual (ihram), permanece en el valle de Arafat y ve a todos los peregrinos vestidos de igual forma. Esta situación recuerda al musulmán el Día del Juicio, el día en que tendrá que responder por sus acciones, y para ello obra bien, para ganarse la complacencia de Allah y el Paraíso, y salvarse del castigo y del Fuego.
El lema que repite el peregrino es: “Oh, Allah, respondemos a tu llamada, ciertamente no tienes copartícipe; todas las alabanzas, las bendiciones y el poder Te pertenecen, oh, Allah, no tienes copartícipe [en la adoración]”. Un compañero del Profeta dijo al describir el lema del Profeta durante la peregrinación: “Empezó pronunciando la unicidad absoluta de Allah (Tawhid)” (Muslim 1218). Todas las formas de adoración durante la peregrinación demuestran la unicidad de Allah.